Etapas mentales en una infestación de piojos

Las cinco etapas mentales por las que puedes pasar en una infestación de piojos.

Has comprado cuadernos, libros, tijeras, papel para forrar, lápices número 2 , uniformes y zapatos nuevos. La ansiada libertad está a la vuelta de la esquina: ¡se van al colegio!. Tus hijos volverán a casa con la agenda en su mochila: lista de contactos de emergencia, calendario de exámenes, trabajos escolares, fechas de exámenes, etc. Tienes unas tareas que hacen que la primera semana escolar sea especialmente dura. Pero pronto van a caer en la rutina y podrás continuar con tu vida.

Pero un día, aparece en su carpeta la temida nota de los piojos. O peor. Recibes una llamada de teléfono: ¡¡TU HIJA TIENE PIOJOS!!

Aquellos que habéis pasado por una infestación de piojos habéis recordado como vuestro hijo o hija levantaba la mano para de inmediato empezar a rascarse la cabeza, y en ese momento pensabais, inocentemente, que sería por el calor, grasa o algo de suciedad. Pero no, allí están. Tómatelo con calma, esto tiene solución. Piensa que sería peor que tú también te hubieses contagiado. E incluso en este último caso, relájate, ya que solamente así podrás ser de ayuda.

Ahora vamos a repasar las 5 etapas por las que pasarás en caso de una infestación de piojos:

1. Negación y aislamiento.

La primera reacción que tendrás será negar la realidad de la situación. «Lo siento, profesora, me parecía que me ha dicho que debo recoger a María porque tiene piojos. Eso es imposible, porque es una niña muy limpia y no puede ser que tenga esos bichos». Y aunque posiblemente no lo digas, hasta que no los veas pensarás que están dándote una falsa alarma. Esta negación es perfectamente normal para que puedas afronta el pánico que te invade. Es un mecanismo de defensa que utilizamos para manejar el shock. Después de recoger a tu hijo o hija con el estado de ánimo propio de un funeral y en estado de pánico, irás, de camino a casa, a la farmacia a comprar un kit de eliminación de piojos , tomarás algo para los nervios, cerrarás tu sesión de Facebook, bajarás las persianas y te pondrás a llorar. Nadie va a saber que lo que va a pasar el resto del día. Tal vez el resto de la semana.

2. Aceptación.

La aceptación es la segunda etapa de un brote de piojos. Bueno en un primer momento has comprado el mejor tratamiento que pudiste encontrar en la farmacia, luego has mirado en internet cualquier remedio natural cuya receta esté dando vueltas por la web, esto último mientras esperas a que el producto que has aplicado haga efecto. Ahora la encimera de tu cocina es parte farmacia-laboratorio y parte zona de aliños para ensaladas. Tu hijo está feliz jugando en el iPad … ¡y tiene bichos en la cabeza! El temporizador te indica que el tiempo que marca el prospecto ha terminado y vas con el niño directamente a la ducha y luego de enjuagar el producto además le aplicas vinagre caliente en la cabeza, por si acaso, ya que se supone disuelve el pegamento de las liendres, coges la liendrera y comienzas…

(12 horas más tarde …)

3. La ira.

Esto es lo que te invade cuando la tercera etapa entra en acción. Ahora llegas a enfrentarte con la magnitud de la tarea que tienes por delante, sabes que lo que te espera es un auténtico martirio, un pequeño apocalipsis casero. No se hará la cena. Vas a llamar a tu esposo para que traiga algo para cenar, cualquier cosa, lo que pille el pobre hombre, porque no has tenido ni ganas ni tiempo ni humor para cocinar. Si tienes otros hijos posiblemente hayan caído en el olvido y te sientas desolada con la posibilidad que ellos también se hayan contagiado. Esperemos que hayan aprendido a valerse por sí mismos porque en este momento no puedes velar por ellos. Te llenarás de ira y desesperación por la situación. Las liendres no han salido tan fácilmente como esperabas y eso te desespera aún más. Y te enfadas aún más por sentirte furiosa.

Si los piojos no se van, que no te invada la ira

Si los piojos no se van, que no te invada la ira

Finalmente desfalleces de agotamiento. Sabes que tendrás que levantarte al día siguiente y peinar una y otra vez a la niña con la liendrera durante los próximos días y el simple hecho de pensar esto te deja aún más extenuada.  Y aunque hayas hecho todo lo que has leído en el prospecto y en internet, resulta que los piojos han ganado la batalla. Cuando llega un poco más de calma te das cuenta que ¡las liendres se siguen allí!. Y lo peor de todo, a los días reaparecen los piojos que salen de esas liendres que no salieron. Tranquila, esta experiencia te hará más fuerte.

4. Depresión.

Si las cosas han ido mal y toda tu familia tiene piojos, que además son resistentes al tratamiento, entonces no vas a poder hacer otra cosa que no sea quitar liendres  y piojos durante días y semanas. Te sentirás como Sísifo, el cual es conocido por su castigo: llevar una piedra hasta la cima de una montaña, y antes de llegar, la piedra volvía a rodar hacia abajo (repitiendo una y otra vez el frustrante proceso). Toda tu atención estará centrada en la eliminación de estos insectos.  No vas a hacer otra cosa que pasar la liendrera. El fantástico pelo de tu hija llega hasta la mitad de la espalda y aunque piensas que las cosas se facilitarían si se lo cortase, sabes que ella no querrá y si la obligas jamás te lo perdonará. Serán días lúgubres en los que incluso te olvidarás de cuidarte a ti misma, dejando para después cosas como la cita para el tinte en la peluquería o quedar con tus amigas. Posiblemente te sientas avergonzada y sin ganas de ver a nadie.

5. Resolución.

La etapa final es, de hecho, la resolución.  «Voy a tratar esto de forma natural» … «¡Leo que la mayonesa hace maravillas!». Miras productos para piojos hechos con aceites esenciales, trucos caseros, etc., investigas y sacas fuerzas de la flaqueza que te invadía. Vamos, en esta etapa te replanteas la situación y la forma de actuación que seguirás. También te comentan que hay locales de eliminación de piojos donde puedes recibir ayuda y que en España tienen un precio muy asequible. Una ayuda increíble que no tiene precio.

Al final de este espectáculo de terror, en el que has desperdiciado tanto esfuerzo y dinero, donde has pasado por tener que comprar comida para llevar, accesorios para el cabello, limpiado frenéticamente almohadas, ropa de cama y sofás, gastado una pequeña fortuna en kits de eliminación de piojos y liendres, etc, te enteras que también podrías haber acudido a un servicio profesional desde el primer día y haberte ahorrado no solo dinero, sino también disgustos y piensas ¿por qué no lo hice?. ¿Por qué?

¿Estamos libres de contagiarnos?

Para aquellos que pensáis que estáis libres de estos bichos, por tener suerte, conjuro milagroso o por algún motivo kármico, tengo noticias para vosotros: los piojos son como los mosquitos, se pueden cebar en cualquiera que se ponga a su alcance. Les gustan las cabezas calientes y la sangre fresca. Si entras en contacto con ellos de la manera apropiada, les gustarás. Bastan los pocos segundos que toma hacerse una selfie con los amigos para infectarse con ellos.

Cabello limpio, cabello sucio, aceites esenciales, vinagre, mayonesa, hay un montón de consejos en la web, pero no hay evidencia científica adecuada que respalden todos esos consejos. Si nunca has tenido piojos considérate afortunada. Si tu hija (y posteriormente tu familia) se contagian, no eres una persona sucia ni irresponsable. No te escondas. Llama a familiares o amigos y pide ayuda y consejo. Y si eres ese amigo o familiar, trata de no encogerte o inclinarte hacia atrás cuando esa pobre persona confía en ti y pide tu ayuda. Los piojos no saltan, pero te aconsejo que guardes los abrazos de solidaridad para más adelante.

 

Cuando pases ese mal trago aprenderás muchas cosas sobre ellos,  y lo más importante: aprenderás a prevenir su contagio, mantendrás la guardia alta y no volverás a confiarte como antes.

Y si todo falla, recuerda que siempre puedes llamar a Cabezittas para que te solucionen el problema.